En 1989, la Constitución que regía Colombia cumplía 103 años.
Largas convulsiones y contubernios políticos habían impedido cambios que identificaran realmente a los colombianos, ante lo cual un movimiento de estudiantes universitarios, con sus propios esfuerzos, sueños y anhelos, llevó adelante una campaña nacional conocida como la “Séptima Papeleta”. Esta consistió en depositar un voto adicional, propio, en las elecciones parlamentarias y municipales de 1990, permitiendo a la ciudadanía pronunciarse en favor o en contra de una Asamblea Constituyente.El conteo informal arrojó más de dos millones de papeletas en favor de la propuesta y fue finalmente validado por la Corte Suprema, lo que llevó al Presidente Virgilio Barco a aceptar una votación adicional en las elecciones presidenciales de ese año (27 de mayo). ¿El fundamento de la Corte? La imposibilidad de poner límites al poder constituyente primario (el pueblo).El 86 por ciento de los colombianos se pronunció entonces por una asamblea constituyente que redactara una nueva Carta Fundamental. Siete meses después, el 9 de diciembre, eligieron a los 70 delegatarios que asumieron dicha tarea. (En Chile, un movimiento ciudadano admitió en 2007 haberse inspirado en esa experiencia e intentó, en este caso, llamar a marcar el voto con una consigna alusiva a una asamblea constituyente).
Varios nombres quedaron registrados en los Anales de la Historia de Colombia: Colombia le debe su Constitución a estos hombres y mujeres que hicieron de su sueño realidad.
Fernando Carrillo, Wilson Abraham García, Oscar Ortiz, César Torres, Claudia López, Fabio Villa, Ximena Palau, Pedro Viveros, Diego López, Carlos Caicedo, Oscar Guardiola, Catalina Botero, Miguel Angel Moreno, Manuel José Cepeda, Francisco Cordoba, Juan Fernando Londoño, Oscar Sánchez, Pilar Chiquillo, Alexandra Barrios, Crispiniano Arrieta, Guillermo Barrera, Carlos Caicedo y Jesús Francisco Arteaga, entre otros.
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Hace 16 años